Desde el origen de los tiempos, la humanidad ha tenido la necesidad de hacer visible lo invisible. Aquello que yace oculto a nuestros ojos, que escapa de nuestro conocimiento y/o control. Esta necesidad se ha plasmado a lo largo de la historia de diferentes formas, únicas e idénticas con el resto; puesto que, cada individuo, cada colectivo percibe la realidad de un modo particular.

Podríamos decir que uno de los primeros intentos en hacer visible aquello que no lo es, sería la religión. Toda religión surge para dar una respuesta a miles de preguntas. Contestar porqué llueve, porqué sale el Sol, porqué no podemos volar, o sencillamente, quienes somos. No confundamos estas cuestiones con la filosofía, pues esta solo se encarga de hallar una respuesta, no de crear la respuesta. Esta diferencia, es la piedra angular en la que nace la creatividad. Representamos un Dios, en un cielo, le damos cara, cuerpo, carácter y personalidad, y desde Él partimos hacia las respuestas.

Recientemente, ha salido a la luz la noticia de la renuncia de Benedicto XVI como Summo Pontifice de la Iglesia. Nos encontramos en tiempo de Sede Vacante, lo cual indica que la Iglesia se rige en estos momentos por su cardenal camarlengo. En breves días, los cardenales se encerraran en la Capilla Sixtina para la elección del nuevo Vicario de Cristo. Estaremos pendientes de la chimenea, en la plaza de San Pedro, viendo pasar la Fumata Negra  y esperando el Habemus Papam. Esta es la forma en la que hacemos visible aquello es invisible. Dos simples señales de humo.

Mucho antes de crear este complejo sistema de transcripción y traducción de aquello inmaterial, nació aquello que cambió el rumbo de la humanidad, lo que nos marca nuestro antes y después. La escritura.

Según estudios recientes, la escritura se originó al sur de la Mesopotamia, a mediados del IV milenio aC, poco antes que en Egipto, sin que se pueda demostrar ninguna influencia de una cultura sobre otra. Estos textos nos permiten interpretar las imágenes pintadas o esculpidas, además de ayudarnos a comprender la vida cotidiana, la sociedad y su visión del mundo.  Estas representaciones, en un principio picotgráficas, nos permiten entender que a lo largo de nuestra historia, la necesidad de expresarnos ha sido parte de nuestro ser; explicar aquello que se nos muestra, dejar constancia de ello y de nuestra existencia. No obstante, cabe destacar que otras civilizaciones no desarrollaron la escritura, como por ejemplo los aztecas o los mongoles, y no por eso las empequeñece ni hace nimbar su cultura.

Si nos fijamos en origen de nuestro alfabeto, así como el alfabeto griego, vemos como cada vocal y consonante tiene una forma única que evoca a elementos rudimentales. Así mismo, la letra α (alfa), representa la cabeza de una vaca. Nuestro entorno, da forma a nuestro invisible.

Volviendo a la época contemporánea, nos encontramos con la invención de la fotografía. Descubrimos la fórmula de cortar el espacio-tiempo, de poder preservarlo, de hacerlo nuestro; pero no solo eso, sino que descubrimos aquello que nuestros ojos son incapaces de percibir, el movimiento. Desde los primero estudios de E. Muybridge, pasando por A. Morell, hasta H. Sugimoto. El tiempo, nos muestra un presente estático, que nuestro cerebro interpreta como movimiento. Tiempo mas tarde, descubrimos que nuestros ojos nos muestran el mundo invertido y que nuestro cerebro se encarga de darle el plano correcto, aún así, cada uno lo percibe de un modo diferente. Nada es idéntico para cada individuo, todos modificamos nuestro entorno, transformamos nuestro visible en una percepción de la realidad modificada por nuestra física.

Nuestra física, en parte invisible, la podemos hacer visible gracias a las radiografías, a las ecografías. Aplicamos la fotografía a las ciencias médicas, y aplicamos estas al arte; ya sea como creación artística (N. Veasey) o como análisis de las mismas en museos e instituciones culturales, para mejorar su conservación o descubrir nuevas obras.

Actualmente, exploramos la transparencia de la ciencia, buscando el bosón de Higgs o experimentando nuevas aplicaciones de la fotografía, como puede ser la femtografía.

Somos seres capaces de dar cuerpo a aquello que carece de ello, de encontrar la alfa y el omega de nuestro medio, buscamos aquello que no vemos, pero que percibimos.